jueves, 5 de febrero de 2009

Conce

LLegamos y la lluvia triunfaba sobre las estellas.
Se posaba entre lo verde, lo negro, lo blanco y lo gris del edificio.
El día magnificó la presencia de las nubes entre las montañas, mientras jugaba el cachorro con su balón; este giraba entre tanta baldosa y grieta que alcanzaba.
La sombra de aquellos cerros o montañas golpeaba mi pecho, como a mi memoria.
El aire y la brisa eran uno(a) solo(a).
Nuestros pasos se confundían con el eco al fondo, mientras yo no buscaba otra cosa que no fuera un recuerdo, desbloquear y derribar aquel muro tan alto o más, como los árboles de la avenida -cuyo nombre no recuerdo-.
Ese aroma entre tierra, mar, frio, sol, brisa&viento,montañas,rios, quizas sangre, quizas muerte y venganza.
Un poco de sufrimiento, más algo de lucha, y una ''marcada omnipresencia'' fue lo que comenté a mi querida amiga cuando dimos el último paseo de aquel año por el sur del mundo.

No hay comentarios: